martes, 11 de septiembre de 2012

11 de setembre

Por qué no me da miedo ser libre

Cena de viejos amigos en el día anterior a la celebración del 11 de setembre. El tema estrella es, cómo no, la independencia. Opiniones diversas y a veces controvertidas. Natural. Lo que no me pareció tan natural fue algunas posturas contrarias al independentismo fundamentadas en el miedo a lo que pueda suceder. Un miedo que detecto en amplias capas de la población. Un miedo muy propio de esta generación tan tristemente acomodaticia de la que formo parte.

Es cuando menos sorprendente que una generación que no hace más que quejarse de la poca valentía de la juventud a la hora de encarar su futuro; y de como nuestros hijos se quedan en casa hasta cumplidos los 30, no se percate (para lo cual no hace falta mucha perspicacia) que constituye la generación más cervalmente miedosa de todas las de posguerra.

Nuestros hermanos mayores lucharon por su libertad, y eran capaces de irse de casa con cuatro cuartos a vivir en condiciones que calificaríamos como mínimo de poco confortables, a finales de los 70 y durante los años 80. No es excusa que hubiera más trabajo, porque no lo había tampoco entonces, y muchos se iban a pisos compartidos, hacinados y escasamente habitables, sólo por el placer de estrenar su libertad, y de disfrutarla como corresponde a cualquiera que se precie.

Nosotros nos hemos aburguesado tanto que no podemos resistir la perspectiva de ser más libres aunque el precio a pagar sea ser algo más pobres. Y claro, al calor de este 11 de septiembre, la reflexión que cabe hacer es si con este material humano podemos afrontar con garantías la independencia de Catalunya.

Vergüenza nos debería dar que le  pongamos tan fácil las cosas a los españolistas de la caverna, dando crédito al miedo que intentan infundir en una sociedad que, ya va siendo hora, tiene la obligación moral de aceptar el riesgo de la libertad por el bien de las generaciones futuras.

Porque además, ¿son ciertos los riesgos de los que hablan?¿es real la perspectiva de un dramático empobrecimiento?. A continuación voy a rebatir esa imagen distorsionada de la libertad que pintan los voceros del pesimismo histórico que a nada conduce.

1. La historia reciente no confirma el apocalipsis. Ni la separación de los países bálticos de Rusia, ni la secesión de Eslovenia, ni la ruptura entre Chequia y Eslovaquia, por citar sólo el caso de países europeos de dimensiones similares a las de Catalunya, ha dado lugar a largos períodos de empobrecimiento ni de agitación social, por más que algunos españolistas de pro les hubiera gustado que así fuera. No entraré en más explicaciones, a la historia reciente me remito.

2. Las empresas no abandonarían Catalunya. Esta es una de las estupideces de mayor calado: como viene siendo patente en las últimas décadas, el capital no conoce de patrias ni de banderas; sólo de la optimización de beneficios. Una Catalunya independiente no provocaría el marasmo económico que algunos auguran, por la sencilla razón de que los poderes económicos sólo se sienten amenazados por la inestabilidad social, pero no por la redefinición de unas fronteras nacionales que se demuestran inexistentes a efectos económicos con la globalización y el libre comercio. 

3. No habría una ruptura de la sociedad catalana. Ni muchísimo menos. Me remito de nuevo a los países bálticos, donde un porcentaje muy alto de la población es rusa o rusófona, y la transición a la independencia se ha producido con muy pocos problemas sociales. Incluso parte de esa población rusófona estaba claramente a favor de la independencia, lo cual debería hacer reflexionar a los residentes de origen no catalán, porque resulta obvio que los beneficios de la independencia no se extenderían sólo a los catalanes de nacimiento, sino a todos los habitantes de Catalunya. 

4. No tendríamos que salir de la Unión Europea. Esta patraña malintencionada y obtusa sólo se puede dirigir a quienes desconocen los mecanismos de reconocimiento de soberanía de la UE. El artículo 49 del Tratado de la Unión sólo se refiere a la adhesión de estados ya existentes, pero existe un vacío legal sobre la adhesión de estados resultantes de la escisión de países miembros. Muchos juristas opinan que cualquier país soberano resultante de la escisión de algún  miembro de la UE, siempre que dicha escisión sea por métodos pacíficos y conforme al derecho internacional, ha de ser acogido de inmediato en el seno de la UE con los mismos derechos que antes de la separación.

5.Estamos estructuralmente preparados para la independencia. Si el apartado anterior es una patraña, este resulta de una imbecilidad pasmosa. Quienes afirman que Catalunya no está estructuralmente preparada para la independencia deben estar mirando a otro sitio del mapamundi, Botswana, por un decir. En palabras de economistas como Krugman o Koo, la ventaja de España en general, y de sus regiones en particular, es que al haber construido una infinidad de infraestructuras hasta 2007, existe en realidad una inflación estructural que permitirá al país no tener que acometer grandes obras en los próximos 25 años. En particular, en Catalunya tenemos:

- un conjunto de aeropuertos diseñado para ser viables hasta el fin del siglo XXI, totalmente infrautilizados en la actualidad.
-uno de los mayores puertos del Mediterráneo, muy modernizado y ampliado en los últimos años.
-un ancho de vía europeo que estará en funcionamiento en 2013, y no para el AVE precisamente, sino para el transporte de mercancías por todo el continente.
- una entidad financiera sumamente consolidada y poderosa de capital estrictamente catalán.
- un sector servicios plenamente desarrollado
-unos medios de comunicación propios, modernos y potentes, con capacidad de proyección internacional.
- una administración pública desarrollada y que lleva en funcionamiento muchos años.
- una sanidad pública y una educación aún hoy en día superiores a las del resto de España, pese a los recortes.
-un sector turístico totalmente consolidado y orientado al extranjero.
- una situación estratégica que nos da muchas ventajas para la importación y exportación a Europa, y demás países del área mediterránea.
- unas comunicaciones envidiables, pese a los peajes (a los que por otra parte, ya estamos habituados).

6. La financiación no tiene que ser un problema. Los agoreros indican que la prima de riesgo de Catalunya es muy superior a la de España, lo que conllevaría una imposibilidad de obtener financiación internacional. Argumento risible por endeble: no es comparable la prima de riesgo de un país soberano con la de sus territorios dependientes. En todos los países europeos, los territorios no soberanos con capacidad de endeudarse tienen primas de riesgo superiores a la estatal, incluyendo a los land alemanes. Muchos economistas opinan, al contrario, que la independencia de Catalunya afectaría positivamente a su financiación internacional, por ser una de las regiones ibéricas más dinámicas, ricas y con mayor capacidad de desarrollo. Obvio.

7. El boicot español a los productos catalanes no sería tremendamente desestabilizador . Algunos sugieren que como el intercambio comercial de Catalunya es en sus dos terceras partes con España, el boicot español a los productos catalanes podría estrangular la incipiente economía libre de Catalunya. Grave necedad: como ya he apuntado antes, en primera y única instancia, las compras de bienes y servicios se hacen de forma manifiestamente mayoritaria en virtud de la relación coste/beneficio. Es cierto que al principio ciertos sectores especialmente sensibilizados y anticatalanistas de  España boicotearían la compra de productos made in Catalonia, pero a medio plazo se conformarían como reductos puramente testimoniales, que por otra parte, ya nos boicotean periódicamente en la actualidad, sin independencia ni nada por el estilo. La historia demuestra, con países tan ultranacionalistas como USA, que muy pronto olvidan su patriotismo comercial, y vuelven a  comprar productos japoneses y chinos en masa, pese a haberlos pintado como el mayor peligro para América después de la caida de la Unión Soviética. Y si no que le pregunten a Toyota o Samsung. La gente no está para tonterías, y si les ofreces un buen producto a un buen precio, lo comprarán más pronto o más tarde. Lo demás son paparruchas teñidas de economicismo barato, tipo Intereconomía.

Así que como catalanes, NO tenemos excusa para temer la independencia. Lo que nos hace falta es algo que desde los lejanos tiempos de los almogávares, se ha ido perdiendo por las cloacas de nuestra confortable vida de burgueses acomodaticios : tenerlos bien puestos y aprender a plantarnos y decir que no, que ya basta. Que hasta aquí hemos llegado.

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