miércoles, 28 de marzo de 2018

Cataluña: entre la violencia y el pacifismo



Para aviso de  ciudadanos despistados, periodistas ingenuos y analistas papanatas que destacan la imperiosa necesidad de que la "revolución" catalana sea ante todo pacífica, transcribo aquí, íntegro, un artículo aparecido inicialmente en theconversation.com y publicado poco después por el diario The Independent en 2016 (o sea, bastante antes de que  "el procés" se recalentara como actualmente), y  que deja bien claro que el mero pacifismo es no sólo inútil sino utópico en el contexto de un proceso de liberación nacional. Atención a determinados párrafos, que el lector avispado identificará de inmediato por la similitud conceptual respecto a lo que sucede entre Cataluña y España, y porque pone sobre la mesa la necesidad de que el catalanismo político escoja bien la claudicación definitiva o bien la confrontación ineludible si quiere conseguir sus objetivos (a muy largo plazo y con un sacrificio enorme). No hay una opción barata y rápida, porque Gandhi, sin el sustrato específico de violencia que sostuvo durante noventa años al independentismo indio, nada hubiera conseguido por sí solo.




La violencia olvidada que ayudó a India a liberarse del dominio colonial
El camino hacia la independencia no fue una simple historia de desobediencia civil

Por Joseph McQuade




La visión popular del viaje de la India hacia la independencia del gobierno británico es la famosa historia de la campaña extraordinaria de protesta no violenta de Mohandas Gandhi. Es un patrimonio aún hoy destacado durante las visitas de estado internacionales.

Pero había otro lado, a menudo olvidado, y mucho menos pacífico, de la lucha por la independencia de la India.


El dominio colonial británico en la India se había establecido a través de una serie de guerras libradas en todo el subcontinente desde mediados del siglo XVIII en adelante. Fue sangriento y gradual, y descansó sobre una delgada base de coerción y dominio militar.


Esto quedó dolorosamente claro con el levantamiento de 1857, en el que estallaron una serie de rebeliones en el norte de la India, que socavaron seriamente la confianza imperial. Aunque el motín fue aplastado, su recuerdo siguió inspirando a generaciones de anticolonialistas indios, que más tarde se referirían a él como la Primera Guerra de la Independencia.


Si bien los acontecimientos de 1857 fueron descritos por las autoridades coloniales en varios términos, incluyendo "motín", "rebelión" e "insurgencia", el primer acto de violencia anticolonial que recibió la etiqueta de "terrorismo", fue llevado a cabo más de 40 años después.


En 1897, dos hermanos asesinaron a W.C. Rand, un oficial del servicio civil responsable de tratar un brote de peste bubónica en la ciudad de Pune, cuyas medidas de entrada forzosa a domicilios, exámenes corporales y segregación fueron consideradas extremadamente duras.


Más tarde, después de que los funcionarios coloniales decidieran dividir la próspera provincia de Bengala en 1905, las formas no violentas de protesta popular fueron acompañadas por el crecimiento de células secretas de revolucionarios que buscaban socavar la autoridad imperial británica usando asesinatos selectivos y ataques con bombas.


Aunque la partición fue anulada en 1911, las organizaciones revolucionarias que engendró no desaparecieron. De hecho, se expandieron masivamente.


El 1 de noviembre de 1913, los revolucionarios indios que vivían en San Francisco publicaron el primer número de Ghadar, o Mutiny, un semanario radical que rápidamente desarrolló lectores a nivel mundial. En el verano de 1914, el Ghadar Party que fundaron fue una organización internacional, con más de 6.000 miembros y redes en América del Norte, Europa y Asia.

En febrero de 1915, los revolucionarios vinculados al partido Ghadar intentaron derrocar el dominio británico a través de un levantamiento ambicioso en el norte de la India. Liderados por Rash Behari Bose, un veterano revolucionario que había intentado personalmente asesinar al virrey de la India en 1912, los revolucionarios trataron de convencer al ejército indio para que se amotinase diseminando propaganda en Lahore, Rawalpindi y Meerut.

La trama se frustró después de que un espía pagado por los británicos penetrara en la organización, provocando una gran represión en la que cientos de radicales fueron detenidos. Bose se vio obligado a huir de la India, escapando a Japón, donde viviría el resto de su vida en el exilio.

Al mes siguiente, los revolucionarios de Ghadar en los Estados Unidos adquirieron dos barcos, el Annie Larsen y el Maverick. Planeaban realizar un gran levantamiento en armas en Calcuta el día de Navidad. Se programó para coincidir con otro levantamiento planificado en Birmania, que aún formaba parte de la India británica, y una incursión en las islas carcelarias de Andamán, en el que los radicales encarcelados serían liberados para tomar las armas contra los británicos.

Al igual que el levantamiento de febrero, el complot del Día de Navidad fue detectado y frustrado por los servicios de inteligencia colonial, que habían expandido sus operaciones a una escala global en respuesta al alcance transnacional de Ghadar.

Con la implementación de una estricta legislación de tiempos de guerra como la Ley de Defensa de la India, 1916 fue un punto de inflexión para la campaña revolucionaria, que fue llevada a la clandestinidad por los servicios de inteligencia imperiales, que detuvieron a varios cientos de presuntos revolucionarios.

Las organizaciones revolucionarias de la India no desaparecieron después de la Primera Guerra Mundial. Cuando expiraron las medidas de guerra, el gobierno colonial implementó la Ley Rowlatt de 1919 en un esfuerzo por extender los poderes ejecutivos al período de la posguerra. La legislación propuesta permitía a los sospechosos ser internados sin juicio y permitía que los casos políticos fueran juzgados sin jurados. Esto provocó indignación entre la mayoría de la población india, que lo consideró un insulto a su servicio leal durante la guerra.


En una reunión en Amritsar en abril de 1919, las tropas imperiales abrieron fuego contra una multitud de manifestantes desarmados, matando al menos a 379 personas y desatando ira en todo el país.


Este es el contexto en el que Mohandas Gandhi (generalmente llamado Mahatma por respeto) surgió para liderar el movimiento nacionalista indio, al que se unió con un mensaje de  no cooperación pacífica y resistencia no violenta. No obstante, las organizaciones anticoloniales más violentas formadas en los años anteriores y posteriores a la Primera Guerra Mundial influyeron en la política anticolonial y en la seguridad imperial hasta la independencia y partición de la India en 1947.

Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos funcionarios británicos se inquietaron por el miedo al Ejército Nacional Indio, una organización militar formada por prisioneros de guerra indios liberados de la custodia japonesa y dirigidos por el famoso nacionalista Subhas Chandra Bose.

A pesar de ser derrotado militarmente, el INA fortaleció la inquietud británica de que la continua ocupación de la India se enfrentaría con una resistencia violenta. Tras el fin de la guerra, el juicio de los prisioneros de la INA supuso un serio problema para la legitimidad colonial y ayudó a alimentar el nacionalismo masivo que obligó a Gran Bretaña a retirarse en 1947.

Entonces, si bien es la memoria de Gandhi y la no violencia lo que ahora remarcan los políticos británicos cuando visitan la India, el otro lado de la historia es muy real y no debe olvidarse.

Recordar la historia de los revolucionarios indios no es solo una cuestión de llenar las lagunas históricas. Nos puede ayudar a obtener una perspectiva de la sociedad moderna al mirar el pasado reciente.

Ahora, una visita a India de la primera ministra británica Theresa May ha incluido una promesa con su homólogo indio, Narendra Modi, de que India y el Reino Unido trabajarán juntos para luchar contra el terrorismo en ambos países. No se sabe si discutieron o no el papel que jugó el terrorismo para asegurar la independencia de India de Gran Bretaña. Pero tal vez deberían haberlo hecho; tendrían mucho de qué hablar.

 Joseph McQuade is PhD candidate and Gates Scholar, at Cambridge University

jueves, 22 de marzo de 2018

Gasolina en Cataluña

Parece que la secuencia de acontecimientos da la razón a quienes advertían que la única salida para el proceso catalán consiste en un alineamiento estratégico de fuerzas y una confrontación directa, no sólo parlamentaria, sino también judicial y ciudadana. Como ejemplo significativo, las barbaridades del juez Llarena, que lo mismo decreta la complejidad de la causa judicial para alargar la instrucción del proceso un año más, que justo tres semanas después convoca a los investigados para decir que ya ha acabado la instrucción y procesarlos (en un  donde dije digo más ajustado al interés por joder que a la formalidad procesal y a las garantías jurídicas), y cuya impasibilidad ante la querella colectiva por prevaricación que le viene encima no es más que una máscara animosa impuesta por un régimen ahora ya descaradamente erdoganita y desprestigiado  internacionalmente por su falta de tacto y visión de las consecuencias de su actitud tan claramente autoritaria como carente de respeto a los derechos civiles en Cataluña. Todo hay que decirlo, en este momento, el independentismo social está reaccionando con mucha más entereza que el político, tal vez arredrado por el miedo a nuevos encarcelamientos y en gran parte descosido por intereses partidistas de los que la calle nada quiere saber en este momento. 

Ya ha quedado claro que internacionalemnte España es como aquel compañero de tareas apestado pero necesario que hace el trabajo sucio a otras potencias que experimentan un pavor tembloroso al miedo del contagio, como el caso de Francia, que no ha tenido más remedio que aceptar que el vergonzante Manuel Valls se pasee por aquí predicando las bondades del centralismo gabacho, y lo necesaria que es para España la unidad a la française. Lo cual además de surrealista, resulta inaceptable, por decirlo educadamente. Si viramos el eje de simetría ciento ochenta grados e imaginamos qué sucederia en tierras galas si un españoleto traidor a su partido y loser calamitoso de una izquierda diluida en la marea neoliberal se paseara por Córcega dando lecciones a los corsos sobre las bondades de una unión patriótica al estilo superglue, podemos concluir con toda certeza que lo habrían corrido a  gorrazos, lo cual dice mucho a favor del nivel de tolerancia extraordinariamente elevado que tienen los catalanes con respecto a determinados imbéciles y las imbecilidades con las que se les quiere hacer comulgar.

La verdad es que la mala leche que se está poniendo a hervir en el cazo de las injusticias hispanas empieza a borbotear peligrosamente, y ha de acabar rebosando y pringando toda la cocina democrática nacional, y lo que escribo no es amenaza ni delito de odio ni majadería por el estilo, sino una mera constatación de la consecuencia termodinámica de la aplicación indiscriminada de calor a cualquier sustancia capaz de hervir. Donde la sustancia, en estos momentos, es la calle. Se equivocan de lado a lado los aspirantes a estadistas madrileños si creen que jodiendo a la cúpula política esto se va a acabar, porque ahora ya son las bases las que están hasta las ingles de unos y de otros, y el día menos pensado se van como cabras al monte y a ver quien es el guapo que  les lleva al redil de nuevo. Sobre todo cuando a la suma y sigue de los despropósitos, el Tribunal Supremo añade el de mantener a Joaquim Forn en la cárcel, pese a que la fiscalía había modificado su petición de prisión incondicional por la de libertad con fianza, lo que se mire por donde se mire, tiene todo el aire de una provocación descarada, por mucha argumentación jurídica que se babee sobre los terribles delitos que se le imputan al pobre hombre.

Es lo que tienen las provocaciones contínuas de los idiotas mediáticos cavernarios y de sus secuaces del frente ocluido unionista, que lo único que han conseguido hasta la fecha es encabronar más y más al personal, hasta el punto de que ya da igual que las familias se rompan y los amigos no se hablen, porque lo que hay flotando sobre las aceras es un hatred espeso y pringoso que va mucho más allá de la mera animosidad u hostilidad que nos manifestaba España, y que se ha convertido en nítida hispanofobia análoga, simétrica y equivalente a la que profesan los -ahora sí- enemigos españoles. No va a  haber cuartel, porque a muchos se les ha acabado la tolerancia ante los desplantes e insultos de las fuerzas del Eje, léase PP, C’s y PSOE. Y unos cuantos ya dicen, en plan semiclandestino, que para que se trate a los independentistas peor que a los asesinos de ETA, tal vez habría que reconsiderar la estrategia, y no precisamente por la vía de la sumisión, no sé si me explico.

Son muchos quienes me confiesan estar cabreadísimos y que ya ha llegado el momento de pasar diractemente al frentismo y dejarse de zarandajas. La constitución de un frente republicano que arremeta transversalmente y sin nombres y apellidos, sin siglas políticas y sin líderes carismáticos contra las tropas de asalto del Eje y contra sus quintacolumnistas en Cataluña, ésos que dicen ser catalanes pero que son otra cosa, cuyo nombre está por decidir, pero que en cualquier caso, será de botifler para abajo.

A mi me da que cuando las fuerzas del hipernacionalismo español empezaron a acosar a los independentistas como si fueran ratas no sabían bien a qué demonio estaban invocando, porque es bastante bien conocido el hecho –repetido hasta la saciedad en la historia- que ante los bombardeos en alfombra político-jurídicos  que profesan con tanto entusiasmo los neofascistas y sus compañeros de viaje (los de la equidistancia, la tercera vía y el negacionismo histórico), el enemigo suele optar por una vietconguización social-callejera que obligará a una escalada en la represión sin mejor efecto sobre la población civil que acrecentar el odio contra las fuerzas de ocupación, ahora ya más que evidente. En estos momentos, mentar en Cataluña a la Guardia Civil o la Policía Nacional es detonante de exabruptos impensables hace unos pocos años, y la sensibilidad social es más propia del Ulster de los años setenta que del siglo XXI. Y todo por no saber manejar las situaciones como es exigible a quienes tienen la sartén por el mango.

Cada acción tiene su reacción, y como muestra, el botón de las fotografías del rey ardiendo en muchos municipios catalanes hace escasas fechas. Si eso ha sucedido por una sentencia menor del Tribunal de Estrasburgo condenando a España por “solamente” limitar la libertad de expresión, imagine el lector lo que sucederá el día que los Llarena, Lamela y demás correveidiles togados del poder político se lleven un correctivo de aúpa y les caiga encima la absolución de todos los implicados por los delitos de sedición y rebelión, algo que dan por descontado todas las instancias jurídicas internacionales con dos dedos de frente, esos que le faltan a Rajoy y compañía para darse cuenta de que lo único que están haciendo es echar gasolina a un fuego que arderá dentro de años, pero que quemará media península. Es posible que entonces no sean las efigies fotográficas del rey las que ardan, sino que sin casi apercibirnos, nos encontremos en el nivel superior -al estilo de las fallas valencianas- pero con más efectos adversos para todos, independentistas y unionistas, equidistantes y no-alienados. Por síntomas de aviso alarmantes  no habrá quedado.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Stephen Hawking, in memoriam


Hoy ha fallecido Stephen Hawking, posiblemente el científico más influyente a nivel popular desde Einstein. Sus aportaciones a la cosmología y la astrofísica fueron inmensas, pero no menos que su indudable calidad como pensador en el ámbito de la filosofía de la ciencia y como divulgador de nociones muy abstractas y complejas, que él hizo asequibles a varias generaciones de  aficionados  a la ciencia. Para todos los que hemos tenido formación científica, su muerte tiene mucho de acontecimiento de alcance universal que merece ser recordado a través de algunas de sus reflexiones sobre el universo, la especie humana y el futuro de la humanidad, desde una perspectiva naturalista y despojada de elementos mágicos y sobrenaturales. Su pensamiento inspirador tiene mucho que ver con el nacimiento de movimientos internacionales, como The Brights Movement, cuyo ideario  tiene una gran deuda con las aportaciones de Hawking a la comprensión del universo en el que vivimos. Por eso hoy me limito a citar algunas de sus frases memorables, a modo de homenaje póstumo.

"Solo somos una raza de monos avanzados en un planeta más pequeño que una estrella promedio. Pero podemos entender el universo. Eso nos hace muy especiales"

"Dado que existe una ley como la de la gravedad, el universo pudo crearse a sí mismo de la nada, como así ocurrió. La creación espontánea es la razón de que exista algo, en vez de nada, de que el universo exista, de que nosotros existamos. No es necesario invocar a Dios para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento"

"La vida sería trágica, si no fuera graciosa"

"La raza humana necesita un desafío intelectual. Debe ser aburrido ser Dios y no tener nada que descubrir"

"Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo puede disfrutar de una vida de lujo y ocio si la riqueza producida por las máquinas es compartida. O la mayoría de la gente puede acabar siendo miserablemente pobre, si los propietarios de las máquinas logran cabildear con éxito en contra de la redistribución de la riqueza"

"El peligro radica en que nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente o a nuestros pares, aumenta a mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder"

"La humanidad tiene un margen de mil años antes de autodestruirse a manos de sus avances científicos y tecnológicos"

 "Nuestra única posibilidad de sobrevivir a largo plazo es expandirnos hacia el espacio. Las respuestas a estas preguntas demuestran que hemos hecho un gran progreso en los últimos cien años, pero si deseamos seguir más allá de los próximos cien años, el futuro está en el espacio"

"La próxima vez que hablen con alguien que niegue la existencia del cambio climático, díganle que haga un viaje a Venus. Yo me haré cargo de los gastos"

"Debemos intentar comprender el comienzo del universo a partir de bases científicas. Puede que sea una tarea más allá de nuestras capacidades, pero al menos deberíamos intentarlo"

"Los virus de computadoras deberían ser considerados como vida. Pienso que esto dice algo acerca de la naturaleza humana, que la única forma de vida que hemos creado sea puramente destructiva. Hemos creado una forma de vida a nuestra imagen y semejanza"

"Si los extraterrestres nos visitaran, ocurriría lo mismo que cuando Cristóbal Colón desembarcó en América y nada salió bien para los nativos americanos"

"Limitar nuestra atención a cuestiones terrestres sería limitar el espíritu humano. El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento"

"El universo no solo tiene una historia, sino cualquier historia posible"

"Einstein se equivocaba cuando decía que "Dios no juega a los dados con el universo". Considerando las hipótesis de los agujeros negros, Dios no solo juega a los dados con el universo: a veces los arroja donde no podemos verlos"

"Obviamente, debido a mi discapacidad, necesito ayuda. Pero yo siempre he tratado de superar las limitaciones de mi condición y llevar una vida lo más completa posible. He viajado por todo el mundo, desde la Antártida a la gravedad cero"

"No puedes permitirte estar discapacitado en espíritu a la vez que físicamente"

"La Humanidad es tan insignificante si la comparamos con el Universo, que el hecho de ser un minusválido no tiene mucha importancia cósmica"

"Considero al cerebro como un computador que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar, ése es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad"

"Me he dado cuenta que incluso las personas que dicen que todo está predestinado y que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, igual miran antes de cruzar la calle"

"Preguntarse qué había antes del Big Bang  es como preguntarse qué hay al norte del polo norte"
 "La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio"

"Las personas tranquilas y silenciosas son las que tienen las mentes más fuertes y ruidosas"

"Las personas que se jactan de su cociente intelectual son unos perdedores"

"Mujeres. Ellas sí son un completo misterio"

viernes, 9 de marzo de 2018

9M

El día después de cualquier evento con una importante carga emocional suele ser adecuado para efectuar una reflexión en frío sobre las cuestiones más relevantes. Hoy,  9 de marzo, y tras las diversas celebraciones y reivindicaciones del Día Internacional de la Mujer, me parece un buen momento para hacer algunas consideraciones sobre este asunto en lo que respecta al hemisferio occidental.

No cabe duda que aún queda un buen trecho para conseguir la plena igualdad entre hombres y mujeres, pese a los avances de las últimas décadas. Por eso quiero centrarme en obstáculos que, a mi modo de ver, pueden significar un reto muy importante a superar en los próximos años. Retos que no serán fáciles de superar, porque implican un cambio de actitud global que no sé si seremos capaces de afrontar.

El primero es tal vez el más sencillo, porque es esencialmente cosmético, y relativo a la imagen de la mujer occidental moderna. Lamentablemente, el esterotipo de igualdad que nos muestran en muchas ocasiones los medios, y muy especialmente los cinematográficos y televisivos, no augura un camino fácil, debido a que en demasiadas ocasiones el arquetipo de mujer liberada es demasiado parecido a una versión de un hombre con tetas en vez de profundizar en lo esencialmente femenino. Es decir, el prototipo mediático de mujer liberada es en exceso masculino y masculinizante, como si para eliminar la sociedad patriarcal la solución fuera que todos seamos patriarcales, con independencia de nuestro sexo.

Se pone de manifiesto así una caricatura de la mujer dotada de todos los atributos típicamente masculinos, a excepción, claro está, de los puramente morfológicos y condicionados por nuestra dotación genética. Vemos así personajes femeninos cinematográficos capaces de hazañas antes reservadas a héroes masculinos, que si ya entonces resultaban poco creíbles, ahora caen en el más absoluto ridículo, porque se trata de mujeres agresivas, individualistas, nada cooperativas pero sí tremendamente competitivas, depredadoras con una empatía reducida hacia sus semejantes y capaces de la violencia más extrema para el cumplimiento de sus objetivos.

En resumen, la visión de la igualdad de los sexos que proponen muchos medios se centra sobre todo en que las mujeres sean como los hombres, con lo cual parece que se romperían todas las barreras sexuales por arte de magia. Sin embargo, esta visión simplista tiene efectos muy indeseables. Algunos opinan que para superar la sociedad patriarcal, el camino habría de ser más bien el contrario, es decir, acercar a los hombres a la visión femenina del mundo en un sentido positivo y asertivo. Reconvertir la masculinidad, alejándola de sus tradicionales roles históricos sería mucho más fructífero para la humanidad que el proceso inverso por el que parecen apostar muchos medios. Feminizar el mundo, más que a la inversa.

Pero otro sector advierte que lo más enriquecedor cultural y socialmente consiste en mantener la mayor diversidad posible en las sociedades humanas. La homogeneización sociocultural producto de la globalización se me antoja un error; pero la homegenización sexual que creo adivinar en el cine y la televisión me parece una terrible desgracia para el futuro de la humanidad. En ese sentido, cualquier iniciativa conducente a la equiparación de los sexos por la vía de la asimilación de  roles históricos tal vez nos convierta en sociedades más igualitarias desde el punto de vista sexual, pero considerablemente más pobres en todos los demás aspectos, porque mujeres y hombres comparten experiencias vitales diferentes por su mera condición biológica, y esas visiones del mundo distintas -en ocasiones radicalmente distintas- son fuente de evolución intelectual y moral de la especie. En resumen, me parece que lo que hay que hacer es profundizar en la comprensión entre uno y otro sexo, más que igualar los raseros conductuales, bien hacia una masculinización global de la sociedad, bien hacia una feminización igualmente global y perniciosa.

De todos modos, este problema me parece mucho menor que otro derivado de la pura dinámica económica de las sociedades liberales capitalistas. Con notable coherencia, la señora Arrimadas afirmó que no participaría en la huelga feminista del 8 de marzo porque le parecía un evento anticapitalista. Y efectivamente, así es, pues somos muchos quienes opinamos que el capitalismo actual es el principal obstáculo para la igualdad de la mujer en el ámbito laboral, y de rebote, en el social.  

El capitalismo neoliberal es el principal motor de las desigualdades en el mundo occidental. Se alimenta de la confrontación de grupos y sectores que luchan por unos recursos cada vez más escasos, especialmente el trabajo. Ante mucha demanda y una oferta que se reduce abruptamente, el capital puede fijar unas condiciones inhumanas de admisión o exclusión del mundo laboral de las que ya venimos siendo testigos desde hace años. A igualdad de otros factores, ya existe una confrontacion generacional muy seria, que conduce a la exclusión de los muy jóvenes o de los mayores de cincuenta años del mundo laboral. Esta lucha "vertical" entre generaciones resulta indiscutible en todos los países occidentales, y se ha intentado paliar a través de la precarización del empleo. La franja de los menores de veinticinco años y la de los mayores de cincuenta copa todos los ránkings de desempleo y de los contratos basura, muy mal retribuidos, temporales o a tiempo parcial. La proliferación de los eufemísticamente llamados "minijobs" es una forma como cualquier otra de disminuir las estadísticas de desempleo, pero no de facilitar la subsistencia de amplios sectores de la población, que con sueldos de miseria no pueden satisfacer las necesidades básicas, y desde luego no pueden gozar de ninguna independencia personal. O lo que es lo mismo, la igualdad de un amplísimo sector de la población es pura retórica, porque están imposibilitados de una vida digna como ciudadanos de presuntos estados de derecho cuyas prioridades reales van por otro lado (es decir, sólo hacia las variables de crecimiento económico, pero no hacia la divesificación y distribucion equitativa de ese crecimiento en todos los sectores y estamentos implicados).

Si esa tendencia se agudiza en el futuro (y todo parece indicar que así será), a la confrontación generacional por el acceso a los recursos económicos, se sumará una confrontación intersexual del mismo cariz. Si los mayores de cincuenta años en paro se han visto brutalmetne expulsados del mercado laboral, no encuentro ningún indicio que me permita suponer que algo parecido no vaya a suceder entre hombres y mujeres. La lucha por puestos de trabajo cada vez más escasos también se centrará en los sexos, y eso será un obstáculo monstruoso para la consecución de la igualdad de derechos laborales entre hombres y mujeres. Es más, vista la dinámica actual, y extrapolándola a unas décadas en el futuro, resulta especialmente desalentador imaginar que la brecha entre hombres y mujeres no sólo no disminuirá, sino que se incrementará por razones de solidaridad  de sexo, como antes hubo las luchas de clase, y después las luchas generacionales. 

Me gustaría encontrar el rastro de alguna esperanza positiva que impidiera en el futuro esa guerra de sexos que estoy vaticinado, pero no encuentro ninguna justificación para el optimismo. A lo sumo, adivino una profundización en la segmentación laboral y que, a igualdad de condiciones, los hombres tenderán a protegerse mutuamente, y las mujeres que estén en situaciones de poder suficiente, también. Pero eso desembocará en una forma más o menos benévola de apartheid sexual y, en última instancia, y viendo la desventaja de la que parten las mujeres occidentales, será una guerra que tendrán perdida en el futuro.

De ahí que mi convencimiento sea, incluso a falta de pruebas tangibles de ese oscuro próximo futuro que auguro, que la igualdad entre hombres y mujeres no depende tanto de iniciativas legislativas, culturales o educativas, sino de una profunda transformación del sistema capitalista de modo que sea capaz de generar recursos suficientes para todos, y a partir de ahí, que permita desarrollar políticas  igualitarias con verdadero impacto en la sociedad. Todo lo demás será cháchara insustancial para consumo inmediato de la ciudadanía, pero con muy poco efecto en las aspiraciones de igualdad y libertad de las mujeres.