jueves, 20 de diciembre de 2012

La verdadera cara

Se acaba el año, y con él se va mucha de la niebla que envolvía la actitud del PP al inicio de su legislatura. A escasos días de entrar en 2013 se demuestra que, con la excusa de la economía, las derechas españolas, que son mucho más fascistas de lo que cualquiera pueda imaginar, se han tirado al monte junto con la cabra de la legión, pese a que se han pretendido apoderar de la democracia mentándola hasta en el retrete, como si fuera una invocación que deben recitar continuamente, para ver si de tanto repetir la mentira, se la acaban creyendo. Años ha ya se apoderaron de la bandera española, consiguiendo lo inaudito, es decir, que seamos el único país de occidente donde la enseña nacional genera más desconfianza que adhesión, y que cuando vemos a un tipo envuelto en la rojigualda sabemos perfectamente que se trata, o bien de un fanático de la selección de fútbol, o bien de un ultra peligroso, incluso cuando adopta buenas maneras, que son las más de la veces muy engañosas.

Algunos, muy bien disfrazados, parecen incluso civilizados en la medida que su jefe, lord Darth Vader Rajoy, pueda ser realmente un tipo civilizado, o más bien un quintacolumnista aventajado del desguace democrático. Porque de Rajoy sólo vemos la máscara, esa pétrea impenetrabilidad que no dice nada de lo que piensa realmente, pero que nos genera mucha inquietud. Igual que la jeta de sus generales y generalas con mando en plaza, que resultan igual de inquietantes, cuando no más, por aquello de emular al jefe y adelantarlo por la derecha..

A quienes no hemos votado en la vida al PP y no lo votaremos jamás, del mismo modo que jamás hubiéramos votado en la Alemania de 1932 al NSDAP -pese a exhibir los mismos modos democráticos para alzarse con el poder- ni hubiéramos votado a la CEDA en la España de 1936 por los mismos motivos, no nos sorprende nada de nada lo que está ocurriendo en este país. A quien dice que el PP ha incumplido punto por punto su programa electoral, le rebatiré afirmando que eso es un gravísimo error de interpretación. Como el lobo de Caperucita, el PP se disfraza de moderación en cada campaña electoral para tratar de meterse en casa de la abuelita Democracia, pero a la que puede, va  y se la zampa sin miramientos. Cualquiera con un mínimo de dotes para la fisionomía advertirá esa mirada esquinada y carroñera (además de megalómana) del señor Aznar, que guste o no, sigue gobernando en la penumbra a través de los múltiples mecanismos con que se ha dotado el PP para crear un gobierno en la sombra, que es el que realmente marca el paso de las decisiones políticas del gobierno (las económicas las toma la señora Merkel de forma ya totalmente indisimulada).

En definitiva, es de una ingenuidad rampante acusar al PP de no cumplir con su programa. De acuerdo, ha incumplido su programa electoral de 2011, pero está siguiendo, punto por punto, su ideario político permanente. Un ideario en la línea de la más dura derecha mundial. Un ideario que los republicanos USA ni siquiera sueñan con poder llevar a cabo en su integridad. Un ideario que hubiera hecho saltar las lágrimas de emoción a Pinochet. Y esta vez la culpa sí que es de muchos: de los que le entregaron sus votos masivamente, lo cual resultó tan estúpido como la jovencita que regala su virginidad a un apuesto galán bajo la promesa, apenas susurrada, de amor eterno. Y también es culpa del PSOE, que no supo articular una defensa, ya no de su importancia como formación política, sino de los propios valores democráticos de un estado social y de derecho, que entregó sin resistencia ninguna al que todos sabíamos que sería su verdugo ansioso de sangre si obtenía la mayoría absoluta.

Con la excusa de no poder hacer otra cosa, el PP está haciendo todas las cosas que deseaba hacer desde hace muchos años. Y la apatía de las otras formaciones políticas, empezando por el PSOE, les ha permitido hacer lo que ni siquiera podían soñar hace cosa de un año. Como le sucedió a Hindenburg en 1932, cuya atonía y la de los auténticos demócratas alemanes  condujo al hundimiento de la república de Weimar, la falta de músculo y beligerancia de la oposición democrática en España ha permitido el vertiginoso desmontaje del estado de derecho nacional, con la complacencia de los grupos mediáticos ultraderechistas -hay que decirlo- que no hacen más que jalear los ataques continuados del gobierno contra su ciudadanía. Contra su ciudadanía, hay que subrayar: nos tienen por un atajo de vagos, defraudadores y peligrosos asociales, y descalifican nuestras protestas con epítetos insultantes (recuerden el menosprecio gubernamental a los Indignados). Si no marcamos el paso de la oca como si fuéramos las pardas huestes saludando al führer, se nos agrede de todas las maneras posibles, desde el insulto vejatorio hasta la amenaza directa de prohibirnos el derecho de reunión y manifestación. Sólo les falta resucitar la vieja Ley de Vagos y Maleantes, y el no menos célebre Tribunal de Orden Público para completar el estrafalario marco de una democracia totalmente secuestrada.

¿Hay demócratas auténticos en el PP?. Sin duda, pero son tan culpables como el que más de permitir que su partido derive de forma tan peligrosa hacia el estado de excepción permanente con el pretexto de que peligra la estabilidad económica nacional. Son culpables de permitir que se someta a la población civil (y uso esta expresión con toda la intención, porque esto es una guerra que no nos han declarado formalmente) a la barbarie del mercado libre, que no es mercado ni es libre. Son tan culpables como los que permitieron, a sabiendas de su inocencia, la persecución y exterminio de los primeros cristianos, y miraron hacia otro lado para no darse por enterados de la masacre. (y hago esta referencia también con toda la intención, porque estos líderes del PP son mayoritariamente de misa y comunión, y celebran la Navidad con fervor farisaico).

A quien, iluso, crea que 2013 va a ser mejor para la mayoría, debemos despertarle de su ensoñación: será peor, porque el PP seguirá desmantelando todo lo que los demás hemos luchado durante treinta y cinco años por conseguir. Y lo seguirá haciendo porque es coherente con el impulso íntimo que anima a dicho partido. Nunca se desprendió del horror fascista de los cuarenta años de dictadura, sino que lo interiorizó y enmascaró. La ideología ultra que exhibe ahora sin complejos ha estado siempre ahí, acunada en lo más hondo de sus vísceras, latiendo y revolviéndose como un alien en la misma panza de la democracia,  alimentándose de la debilidad de quienes no supieron evitar la infección antidemocrática de nuestro país. La España de la transición nació con el virus del SIDA antidemocrático, y a lo largo de los años la enfermedad ha ido proliferando, haciéndose fuerte, hasta que ha corroído su sistema inmunitario, y sus menguadas defensas se muestran incapaces de resistir a esos gérmenes letales que tal vez no acabarán con España, pero sí con la democracia, si no hacemos entre todos los auténticos demócratas urgentemente algo muy duro, muy radical y muy doloroso para frenar el avance de la enfermedad. Porque ahora ya no se trata sólo de la economía; se trata de nuestros derechos.

Por lo pronto, lo que nos toca es quitarle de una vez la máscara a Rajoy y sus secuaces: que muestren su verdadera cara. Para que todos veamos la mirada del horror del que hablaba Kurtz en el Corazón de las Tinieblas, ese viaje literario a los confines de la locura destructiva que ahora el PP nos quiere imponer en carne y hueso.


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