martes, 16 de julio de 2013

Sospechosos habituales

Rajoy: “El estado de derecho no cede ante chantajes”. No, señor Rajoy, y doblemente no. De entrada, porque ustedes no son el estado de derecho, por suerte para el país y para la democracia.  Ustedes son los detentadores del poder ejecutivo, una de las tres ramas, junto con el poder legislativo y el judicial, con las que se configura el estado de derecho. Más aún, en lo que respecta al asunto Bárcenas, ustedes son tan solo el partido del gobierno, que está metido hasta las trancas en un asunto francamente apestoso y del que no pueden esperar ningún buen final político. O sea, que el estado de derecho es mucho más que usted y su gobierno. Y desde luego mucho más que toda la militancia del PP, la única que puede seguir siéndoles fiel, más por patrioterismo interno que por convicción.

Bárcenas les ha salido respondón, y el cambio de estrategia con sus nuevos abogados ha resultado patente. Incluso es posible que él salga con una condena menor. En todo caso, infinitamente menor que la condena social y política que está destrozando al Partido Popular y que no conoce de argucias legales ni de tecnicismos jurídicos que le absuelvan. El estado de derecho tal vez no cederá  ante chantajes, pero su gobierno está herido de muerte, y no me cabe la menor duda de que cederán lo que haga falta para tratar de finiquitar la legislatura, atenazados como están desde todos los frentes. Y el del interior es el más peligroso, porque como ya aventuré hace unos meses, los aguirristas y los aznaristas están esperando darle a su gobierno la estocada mortal, que habría de venir en forma de renovación interna y exilio forzoso. La calle Génova acabará sucumbiendo a un golpe de estado interno, en el que los protagonistas tratarán por todos los medios avanzarse al necesario contraataque socialista. Es la única manera de volver a ganar las próximas elecciones, anticipadas o no.

 Con tal que su mayoría no fuera tan absoluta como la que tiene actualmente, señor Rajoy, usted y todos sus mandarines estarían ya en la calle, desalojados del poder por una larga temporada. Ni siquiera la perspectiva de la niña Soraya aupada a la cima del poder podría encabezar un movimiento estratégico  para salvarles el cuello. Además, en este momento, el PP lo que menos necesita es una larga batalla interna para hacerse con las riendas del partido y formar una nueva lista electoral llamémosle limpia de cara al 2015. Y puede usted jugarse los restos, señor presidente del gobierno, a que Aguirre y compañía van a dar la batalla en todos los congresos que tenga previstos en el próximo bienio. Van a tumbarle, sí o sí, y lo harán los de casa, porque todo el asunto Bárcenas se ha convertido en un borrón y un lastre enorme para cualquier acción de su gobierno. Nadie les cree, y esa confianza perdida ya no volverá.

El otro frente, desde el punto de vista electoral, está muy debilitado por la ciega locura de las políticas zapateriles. El problema del PSOE es otro, o más bien otra cara de la misma moneda. Como ya ha dicho Jáuregui hace bien poco, no es momento para elecciones anticipadas. El barón del PSOE es consciente de que ambas formaciones están muy flojas de remos para afrontar una nueva lid electoral en este momento, con el riesgo de ser rebasados por la izquierda, o peor aún, con la nada inverosímil posibilidad de la aparición estelar de un movimiento a la italiana que deje a los dos partidos mayoritarios en dique seco.

El problema del PSOE es tan similar al del PP que ambos parecen paridos por el mismo guionista. El escándalo de los ERE de Andalucía atufa tanto como el caso Bárcenas. Si me apuran, aún peor, porque a fin de cuentas, el caso Bárcenas parece haberse fundamentado en dinero privado que circulaba privadamente enfundado en discretos sobres, mientras que el caso de los ERE significó el enriquecimiento de muchos con dinero público, es decir, dinero de todos los ciudadanos. El paso lógico del PSOE sería adelantarse a cualquier estrategia del PP encabezando una regeneración ideológica del partido, pero sobre todo una renovación total de sus estructuras de mando.

Si existiera el más mínimo atisbo de grandeza democrática en el PSOE, comenzaría por hacerse el harakiri  de forma pública y notoria. Todos sus cuadros directivos actuales deberían ser retirados de la escena pública, y permitir el ascenso de nuevas generaciones, tal vez inexpertas, pero al menos no comprometidas con el dinero sucio que ha estado contaminando los escaños del congreso, los parlamentos autonómicos y los ayuntamientos de toda España durante demasiados años. Esa actitud daría impulso, desde dentro del propio sistema, a una regeneración genuina que pudiera aglutinar el ansia de limpieza democrática que manifiesta la ciudadanía española.

Pero no nos engañemos. El señor Jáuregui, viejo zorro, sabe que eso es imposible, porque en el PSOE como en el PP están demasiado aferrados a sus prebendas como para renunciar a ellas, aunque sea por el bien de cuarenta y tantos millones de compatriotas. El adiós de los Rubalcabas y las Chacones y todo su numeroso séquito de barones y mamporreros es tan improbable como que el sol salga un buen día por el oeste. Tienen demasiado que perder, estos profesionales del politiqueo presuntamente progre, como para permitir que el país salga a flote a su costa. Preferirán seguir encaramados en el mástil de la nave que se hunde. Náufragos, sí, pero en todo caso los últimos. Por eso el PSOE no quiere elecciones anticipadas y amaga con una moción de censura que sólo vale como descarte de una mano que no está plagada precisamente de triunfos.

Si dios no lo remedia enviando un azote bíblico en forma de plaga que liquide a toda la vieja guardia de la política nacional, estos desvergonzados de siglas intercambiables seguirán jugando con el futuro de toda la nación sin importarles nada más que renovar el escaño que tantos chanchullos les ha facilitado. La ciudadanía, a poco que surja alguna figura que la aglutine con un mínimo de ilusión, habrá de vérselas con el dilema de votar a los de siempre, para que todo siga igual, o jugar la carta de una regeneración electoral con tintes populistas, pero que no puede permitirse el lujo de paralizar el país como ha sucedido en Italia. Lo que necesitamos no es solamente decir “no” a la clase política actual, sino elegir a quienes, al margen de los sospechosos habituales (léase PSOE y PP), puedan encabezar una auténtica acción de gobierno que nos saque de este lodazal en el que chapoteamos indignamente.

El problema es que en este triste país tan dando el egolatrismo y la fragmentación, dudo que pueda surgir un movimiento de base común, con aspiración mayoritaria, integrador, desinteresado y con vocación de sacrificio, y sobre todo no nihilista, sino refundador de la democracia. Un movimiento que consiga convertirse en un huracán ciudadano que nos permita reinventar, por última vez, el auténtico estado de derecho. No ese guiñapo en el que el señor Rajoy ha convertido España.

1 comentario:

  1. Y que hace Franquismo Monarquico frente esta situacion, y los españoes QUE? Léete los Art. 62, 63 y 64 de la Constitución española (aprobada en referéndum en toda España con un 68% de votos afirmativos) y verás las funciones y los trabajos de SM el Rey de España. NO sé cuanto trabajarás tu, pero no creo que sea más que ÉL.
    Del dinero de TODOS los españoles (361.000 M€) la Casa real SOLO se lleva 8.000 M€ un 0,024%, así que divide lo que hayas pagado de IRPF a Hacienda, suponiendo que hayas pagado algo; y multiplicarlo por 0,024% y esa ENORME cantidad es la que te ha "robado" la Casa Real Española.
    Y por último la Monarquía española, que goza de muy buena salud, no se puede acabar porque habría que cambiar la Constitución, cosa que, actualmente, es totalmente imposible.
    Puedes irte a vivir a Italia, o a Brasil, o a Usa, o Colombia: sus Presidentes son de lo mas honrado que existen en el mundo y además "no le cuestan un €" a sus ciudadanos republicanos. Cosas para Reírse....jajajajajaja

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