martes, 29 de enero de 2013

Chasconear

En ciertos países iberoamericanos, chasconear es verbo referido a enredar o enmarañar. Y he aquí que la inequívoca paronimia entre ese verbo y el apellido de la exministra y factótum en la sombra del PSC, Carme Chacón, ajusta como un guante a la actitud de ese curioso personaje de la ¿izquierda? españolista y olé.
Viene todo esto a cuento de la revelación de que nuestra Carmeta, allá por el año 1999, cuando todavía no se había podrido de ambición política y aún tenía el espíritu inmaculadamente progresista, firmó un trabajo en el que se analizaba la cuestión canadiense desde una perspectiva radicalmente distinta a los planteamientos que hoy sostiene. Para abreviar, la señora Chacón no sólo estaba a favor de un referéndum para solventar la cuestión de Quebec, sino que además sostenía que una vez expresada la voluntad democrática, eran las leyes las que debían adaptarse a la voluntad mayoritaria, y no al contrario. Vaya por Dios.
Admito como el que más la posible y a veces deseable evolución del pensamiento político de las personas a lo largo de su trayectoria vital, que les puede llevar de ciertos “delirios” juveniles hacia posiciones más asentadas, o si se prefiere, más conservadoras, con el transcurrir de los años. Lo que ya no me resulta aceptable, porque demuestra bien una preocupante falta de madurez o bien un cinismo muy desarrollado, son las involuciones radicales en una persona que por lo demás, no estaba expresando un anhelo adolescente, ya que se trataba de una profesora universitaria en ejercicio, a quien se le debe suponer una madurez intelectual y una capacidad de reflexión propias de su condición y estatus.
Lo que demuestra la señora Chacón con su salto mortal involutivo no es la maduración de un proceso mental, ni la adquisición de una cabal sabiduría política, sino lo que todos cuantos la hemos estado observando atentamente durante estos años ya creíamos percibir: una ambición de acero inoxidable, y una capacidad de metamorfosis que nada tiene que ver con el bien del país, ni de la izquierda, ni de su partido; sino con su prosperidad personal en el turbio universo del socialismo español, tan proclive a albergar especímenes que van desde el puramente autoritario-fascistoide hasta el demagogo-populista, pasando por el jesuítico-maniobrero y el tahúr-prestidigitador.
La Chacón no forma parte de ninguna de esas clasificaciones taxonómicas. Sencillamente, su idea del socialismo español es la de una plataforma para encumbrarse a las cimas de la política, aunque su valía personal para ello sea manifiestamente insuficiente. Por ello viene encabezando a los facciosos que ya empezaron a desmontar la catalanidad del PSC hace muchos años. De hecho, la exministra tiene muy claro que su objetivo, ya vencido y desarmado el enemigo interior, es transformar al PSC en su sucursal personal para encumbrarse a la cima del PSOE, aunque ello signifique un daño irreparable para la izquierda catalana. Catalana de verdad, no como toda esa generación de capitostes del Baix Llobregat que han usado y abusado de un catalanismo superficial para hacerse un lugar al sol, a cuentas de su insoportable mediocridad.
A perro flaco todo son pulgas: las huestes del socialismo español, tan en horas bajas que uno duda de que llegue a recuperarse jamás de las fechorías de tamaña tribu de idiotas que lo han llevado hasta un limbo que ni el ministro de gobernación de turno del generalísimo hubiera podido soñar, están a punto de entregar el poder del PSC y del PSOE a una caterva de incompetentes arribistas que no hacen más que enredar y enmarañar continuamente, con sus continuos cambios de pensamiento y proceder, y renunciando a la más elemental ética política a cambio de quedarse con el pastel de la tambaleante izquierda española. Comandados por una torva líder que no acepta para su patria chica lo que aplaudía para Canadá, y que impone, desde la oscuridad de su guarida mesetaria, sanciones para los diputados díscolos que se abstuvieron de votar en contra por su conciencia y honor. Una conciencia y un honor de las que carece (por descontado, si no jamás hubiera llegado hasta aquí), la exministra psoecialista.
Lo dicho, a sus anchas y sin nadie que se lo impida, la Chacón chasconea en Cataluña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario