domingo, 23 de junio de 2013

Suspenso en selectividad

Entristece y da coraje a partes iguales, pero a veces resulta muy saludable ver que tu lindo país, en el que tienes puestas tantas esperanzas y que amas con tanto orgullo, no es tan distinto de los demás del entorno. Y que incluso consigue avergonzarte casi tanto como aquel otro país, que también es el tuyo, pero que vive al otro lado del Ebro. Vamos, que en todas partes cuecen habas, mayormente mal cocidas.

Así que resulta que en nuestro paraíso catalán también la sabemos liar parda, y constatarlo deviene un sanísimo ejercicio de humildad nacional. Como siempre en estos caso, se ha intentado minimizar la cuestión  y pasar de puntillas, pero lo cierto es que el perjuicio causado es tremendo. Los responsables del asunto pretenden dejarlo en una minucia, pero es que ha resultado ser una minucia que afecta a miles de estudiantes de bachillerato que pugnan por acceder a una plaza universitaria en Cataluña. 

Las autoridades académicas dicen que hubo un fallo humano en la confección de la prueba de matemáticas, y que una variable "x" fue sustituida por una variable "z" sin que nadie, en toda la cadena de corrección se percatara de ello antes del inicio de la prueba. Me quedo con lo de la "cadena de corrección", porque más que una cadena debía tratarse de una reata (de asnos incompetentes), que consiguió poner en jaque a los ya de por sí agobiados examinandos sin  necesidad de que les monten un thriller psicológico adicional  en medio del examen,

Claro que las autoridades académicas dicen que en cuanto descubrieron el fallo, avisaron de inmediato a todos los tribunales (casi nada, unos doscientos) para enmendar el error y que de ese modo la prueba transcurriera sin incidencias "remarcables". Como si la pifia en sí misma no fuera lo suficientemente remarcable. Como si el acceso a la Universidad pública más cara de España, y una de las más caras de Europa en relación con la renta disponible, fuera un trámite facilón como renovar el carnet de identidad.

Para remachar el clavo, las autoridades han rematado la jugada con una de esas salidas de tono totalmente insultantes y habituales en nuestra casta dirigente, pues afirman que "desde el punto de vista académico y de desarrollo de las pruebas no haría falta repetir el examen de matemáticas". Nada hombre, que un error lo comete cualquiera. Aquí no ha pasado nada y si acaso, se repetirá el examen el día 5 de julio para aquellos que lo deseen. Eso sí, bajo la amenazante admonición de que sólo contará la nota de la última prueba, así que tú mismo, chaval. Si el nuevo examen es tan difícil que no lo aprobaría ni Einstein, es tu problema, niñato, por tocar las narices. 

Porque claro, el 5 de julio no se sabe quien va a garantizar que la prueba tenga exactamente la misma dificultad que la celebrada originalmente, y eso puede convertirse en una trampa saducea, por utilizar aquella expresión tan de moda hace algunos años. Pues de lo que se trata es que ha quedado en evidencia todo el sistema de preparación de las pruebas de acceso a la universidad, y eso conduce indefectiblemente a la cuestión clave de la competencia del personal encargado de ellas. 

Como siempre ahora saldrán quienes atribuyen esto a la desidia e ineficacia del gobierno catalán de CiU, pero no nos engañemos, el problema es mucho más amplio y abarca  a casi toda la sociedad. Por eso me encanta repartir estopa entre todos los que ostentan el poder, con independencia de sus colores y patrias. Es un alivio poder atizarle a gusto a izquierdas y derechas, nacionalistas y españolistas, sector público y sector privado, católicos y ateos, emrpesarios y sindicalistas. Le hace sentirse a uno independiente de verdad. 

Y una mirada independiente arroja siempre la misma luz. En las últimas décadas, la tan ansiada meritocracia, que tanto impulsaron los países anglosajones en los inicios de la democracia como forma de acceso a las élites directivas y como trampolín de ascenso social, se ha transformado en una "mierditocracia" que echa sus raíces en el basurero del amiguismo, el compadreo, las influencias y la adscripción a grupos de interés (personal). Es la constatación de la infamia de que los puestos clave en todos los ámbitos de la sociedad van siendo ocupados no por quienes mayor capacidad demuestran, sino por los que saben colocarse más cerca del ático en el que se toman las decisiones. Unas pole positions que en nada representan la valía individual sino aquel no moverse para salir en la foto que inauguró Alfonso Guerra años ha, y que se ha perpetuado en esas conjuras de salón para obtener tal o cual prebenda, muy al estilo de lo que sucedía ya en época de los Austrias, con sus favoritos y sus leales. 

La desidia se apodera de Cataluña del mismo modo que se ha apoderado del resto de España. Personas irresponsables ocupan puestos clave en la administración pública. Y no me vengan con monsergas, también en el sector privado, sólo que éste sólo rinde cuentas ante sus accionistas y tiene menor trascendencia mediática. Pero lo cierto es que la nave en su conjunto está dirigida por un atajo de incompetentes acomodaticios y que si funciona, es por pura inercia y porque siempre los hay que a) pagan el apto por los demás y b) son oscuros personajes secundarios que se pasan el día remediando las letales ocurrencias de sus jefes.

Por cierto, que el problema concreto en la administración pública reside en que el sistema de provisión de las plazas es tan deficiente y tan poco sometido a control de resultados que resulta aberrante. Entre los puestos de libre designación, en los que se llega muy alto a base de ostentar alguna adscripción partidista o una específica fidelidad al comandante en jefe; y los puestos por concurso, en los que los méritos personales reales no cuentan para nada, y en los que básicamente se asciende por escalafón al más puro estilo chusquero (y que no me salga ningún sindicalista cantamañanas diciéndome lo contrario, que soy funcionario desde hace demasiados años para que me contradiga las evidencias un chupatintas enteradillo), tendría que existir un sistema de adscripción de las personas en función de sus méritos presuntos, y a partir de ahí, una evaluación continuada de sus resultados que en el caso de ser negativa se llevara por delante no sólo al enchufado de turno, sino también al prócer que lo propuso para el puesto. En seco y bien planchado.

No es esto lo que va a ocurrir con el personal encargado de las pruebas de acceso a la universidad. Palmará el desgraciado de turno, el auténtico y genuino cabeza de turco, y el resto de la reata seguirán tan panchos el año que viene. Y el otro. Porque aquí, y da lo mismo qué ribera del Ebro habitemos, lo que menos cuenta es la responsabilidad. La de verdad, no ese vacuo discurso que nos endosan con tanta suficiencia los políticos de Madrid y Barcelona. La responsabilidad que consiste en que asumir un error no es sólo descolgarse con unas tibias declaraciones pseudoexculpatorias,  y unos arreglos chapuceros para maquillar el desastre, sino que debería ser un mecanismo para una remodelación total de los procesos que condujeron al error, comenzando por todas y cada una de las personas que estuvieron involucradas en ello. Pero no, aquí la Comisión Coordinadora de las PAU ha afirmado que "los responsables de las pruebas han actuado con rigor y profesionalidad". Y hala, hasta el año que viene, amigos.

Esta sociedad del siglo XXI se ha especializado mucho más en la exculpación de los responsables que en la depuración de las responsabilidades, muchas veces gravísimas, en que incurren cada vez más directivos poco capaces y aún peor instruidos para el papel que deben desempeñar. Y eso sólo conduce hacia una desconfianza cada vez más acentuada de los ciudadanos de a pie respecto a sus dirigentes, públicos y privados. 

Suspenso en selctividad. Pero no para los alumnos que estos días han pasado por las aulas para hacerse un lugar en la universidad pública, sino para todos los responsables de las pruebas de acceso. Quienes por ser precisamente de esos que andan siempre envueltos en la senyera, son una vergüenza para Cataluña. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario