martes, 15 de mayo de 2018

Bombardear Barcelona

Hombre, Federico, conste que yo te entiendo si hago un esfuerzo supremo por surfear en tus circunvoluciones cerebrales y en ese lóbulo frontal que ya no controla  la expresión de tus emociones más internas e intensas, pero eso de bombardear Barcelona, aparte de ser un muy poco original plagio de anteriores ocasiones, resultaría sumamente inefectivo si no va acompañado de otras medidas adicionales que den rigor complementario a semejante actuación.

Quiero decir con ello, como siempre se ha dicho, que la aviación prepara el terreno, pero que a la hora de la verdad es un pelotón de soldados el que acaba salvando la civilización,  española y cañí en este caso y por más señas. Deberías haber aprendido algo de la guerra de los Balcanes, y comprender que por muchas bombas que se arrojen sobre Barcelona, el triunfo completo no se consigue sin una buena limpieza étnica, al estilo de Srebrenica. Aquí lo que se necesita no es acogotar a bombazos a los catalanes, sino crear un flujo de desplazados al estilo palestino, pero procurando enviarlos a donde no molesten, lo cual bien mirado puede ser un problema, salvo que decidáis de paso bombardear también al moro Mohamed, recuperar Ifni o el Sahara y desterrar allí a todos los catalanes que no sean cien por cien españoles pata negra, que es de lo que se trata cuando decís respetar tantísimo a los catalanes que también se sienten españoles.

Parece mentira que a estas alturas, Federico, no veas que cuanto más se bombardea Barcelona, con mayor fuerza resurge el nacionalismo catalán al cabo de unos pocos años (pocos en el sentido histórico del término, una eternidad para quienes nos declaramos independentistas). Parece mentira también que no te des cuenta de que bombardear Barcelona podría hacer perder muchos votos tanto al que tú llamas cobarde Mariano por no atreverse, como también pondría en incómoda situación a la que supongo tu adorada Inés Arrimadas, que igual sí se atrevería vista la deriva histérico-nacionalista (sector hiperventilado imperial) que han emprendido Rivera y los suyos, pues todos sabemos que en cuanto haya sangre de verdad, quien más derrame será perjudicado en su imagen de forma directamente proporcional, con las consiguientes consecuencias internacionales, que a ti seguramente te traen sin cuidado porque en el fondo tu discurso no se comprende muy bien si no se es un nostálgico de la autarquía de los años cuarenta del pasado siglo. Es decir y resumiendo, que matar mucha gente está muy bien para Israel y lo que hace con los palestinos, jugando al pim pam pum de fuego real contra individuos e individuas armadas con piedras paleolíticas, porque a fin de cuentas, contra Israel no hay oposición efectiva ya que, además de tener armas nucleares y pretender ser el único que las tenga en Oriente Medio como “garantía de estabilidad” (menudo cinismo, ahora que pienso),  tiene al primo grandote de Zumosol permanentemente al lado diciéndole que sí a todo. Pero ello tiene una explicación más que razonable: las mayores fortunas judías del mundo apoyan la causa sionista en la misma medida que condicionan el apoyo electoral-económico a los presuntos hombres más poderosos de occidente (léase Trump y acólitos), y ante eso hay que rendirse a la evidencia: mientras los judíos no israelís sigan siendo ricos e influyentes, Netanyahu y los suyos podrán seguir acribillando palestinos desarmados sin oposición. Aunque te diré un cosa, Fede, no parece que la estrategia israelí sea la mejor del mundo, pues llevan  setenta años armados hasta los dientes y matando más moros que el Cid y la cosa sigue igual de mal que al principio. Y me refiero a cuando el antiguo testamento y los filisteos, los saduceos y tal, que ya son años.

Y es que ya sabes, chavalote, que existe una cosa que se llama efecto rebote, que viene a ser como la caspa pero en plan sociológico.. Si se hace un tratamiento en exceso agresivo y sólo sintomático, sucede que el mal que se combate se reproduce nuevamente con más vigor incluso que antes. Que es justamente lo que pasa en Oriente Medio y que sólo acabará cuando algún chalado encuentre la forma de poner en marcha el Holocausto 2.0. Sólo es cuestión de tiempo, y por eso resulta risible y exasperante la pretensión sionista de calzarse a Irán con la ayuda de Trump, como si eso fuera a resolver un problema que viene de la eternidad y va a durar unos cuantos eones más, hasta que se den cuenta de cómo han malgastado dinero y vidas, sobre todo vidas, Federico, para llegar al cabo de la calle.

Pero aquí, hombre de dios, es muy diferente. En primer lugar porque España, pese al estilo imperial al uso en Madrid y aledaños, es una potencia de segundo orden, y sus aliados lo son más de conveniencia que por interés real y no permitirían según qué excesos sin alguna contrapartida estratégica que  poner sobre el tablero. El problema es que no tenéis nada que ofrecer a cambio de que os dejen manchar impunemente las manos  con sangre catalana. Una matanza de catalanes sería muy celebrada al otro lado del Ebro, pero con toda certeza tendría consecuencias nefastas  allende vuestras fronteras, chato. Y entonces no creo que sirviera de mucho tratar de bombardear París, Londres, Berlín o incluso Bruselas para dejar claro quien los tiene mejor puestos (nadie duda que dicho honor te corresponde a ti y a unos cuantos de tus secuaces/seguidores).

Aparte de que las bombas, aunque se han ido volviendo inteligentes, no han alcanzado todavía el nivel como para distinguir entre “nacionalistas-supremacistas–xenófobos-catalufos-de-mierda”, y los otros, los que calificáis de buenos, que suelen estar muy entremezclados y son físicamente indistinguibles. Y en la mayoría de las ocasiones son indistinguibles incluso fonéticamente, como es mi caso, que ya ves que hablo y escribo en castellano con no menos corrección y habitualidad que en catalán. Quiero decir que si estamos en esas, ya me explicarás como arrasas el Paseo de Gracia con tus F-18 sin cargarte a la mitad de la gente de C’s y el PP que pasean por allí, además de un montón de turistas japoneses, que a esos sí sabemos distinguirlos.

Pues eso, Federico, hombre, que lo que necesitáis no son bombas precisamente, sino tal vez un poco de ingenio colectivo al estilo de los dictadores chilenos y  argentinos del pasado siglo. Por ejemplo, convertir el Camp Nou en un inmenso campo de concentración donde preseleccionar el destino de los detenidos, y luego hacerlos desaparecer discretamente (o no) por los más variados métodos. De todos es sabido que la legalidad no entiende de zarandajas, y que la democracia siempre se ha defendido a palos en países como España, que buscan la eficacia por  encima de todo, aunque luego vengan algunos con flojera mental e insinúen que esa manera de defender una estado de derecho se parece mucho más a una dictadura que a otra cosa. Y es que la democracia, a fin de cuentas, es vuestra carta de presentación para que podáis poder entrar y salir del club de los civilizados sin llamar demasiado la atención y sin que el portero os eche a patadas por no ir adecuadamente vestidos para la ocasión. La democracia, para vosotros, es como un pase VIP, algo que os dan pero en lo que no necesariamente debéis creer;  un artilugio instrumental que os permite mezclaros con las élites occidentales sin parecer apestados indeseables a los que se les negaría el acceso al selecto club de las democracias avanzadas.

Como comprenderás, aparecer en los foros internacionales  chorreando sangre y vísceras de compatriotas y quedar tan tranquilos sólo es posible si se se trata de  Israel o bien si el país es en exceso poderoso como para importunarle con minucias como los derechos humanos (pongamos China y la madre Rusia) pero en los demás casos, hay que guardar unas formas democráticas impolutas. Ante todo porque ya se vieron los pocos réditos que daba apoyar a las brutales dictaduras latinoamericanas de los años setenta y ochenta, so pretexto de contener el comunismo internacionalista. Como dice todo buen mafioso, la sangre y la violencia son malas para los negocios, y lamentablemente para ti, Federico, sin negocios no se es nadie actualmente, por mucho que arrastres los testículos por el suelo de tan grandes y pesados que los tengas.

Los testículos, y los tuyos en particular, hace tiempo que sólo excitan a imberbes indocumentados e imbéciles alienados, que no dudo que sean en gran medida tus oyentes radiofónicos, pero así no vas a ningún lado, Federico. Tienes que modernizarte v dejarte de bombas y sangre poniéndolo todo perdido. Ponte al día, hombre, y aprende  de series como “Homeland”: si quieres tener éxito: haz como Brett O’Keefe, que ése si es un auténtico showman y un provocador antiestablishment moderno y manipulador. Sin tantos cojones, pero con mucha más gracia. 

Pues nada, cuando quieras quedamos y nos damos unos navajazos de amigotes, tan hispanos y civilizados como siempre. De nada, Federico, machote.

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