miércoles, 9 de abril de 2014

Rosa Díez, de nuevo.

La escenificación de la farsa, patraña o como quiera denominársela del 8 de abril en el Congreso sobre el derecho a decidir de Cataluña, cuyo resultado era más que evidente desde muchas semanas antes de su celebración, nos ha dejado, no obstante, unas cuantas imágenes para el recuerdo y para la consideración sobre la condición de determinadas formaciones políticas. Sobre todo de algunas que buscan desesperadamente su lugar al sol, como UPyD.

Resulta palmario que ese partido político ocupa un nicho muy específico, que le puede dar buenos resultados a corto plazo, pero que le constriñe a una situación general residual en un perspectiva de futuro. Eso ha conducido a su lideresa, Rosa Díez, a un discurso tremebundo, esperpéntico y desde luego totalmente falso. Como ya es habitual en su proceder de otras ocasiones, el patetismo con el que relató en la tribuna del Congreso la "opresión" que viven los españoles en Cataluña sería motivo de hilaridad sino fuera por la mala baba que encierra contra todo un pueblo, el catalán, que hasta la fecha se ha caracterizado por su tranquila aceptación de todos sus ciudadanos con independencia de su origen, a excepción de los aberrantes pero simétricos a UPyD, de Plataforma per Catalunya. Una formación tan minoritaria que no tiene representación más que a nivel local en algunos ayuntamientos de la Cataluña profunda, que también existe, para qué negarlo.

Rosa Díez ha hecho del papanatismo antinacionalista su bandera y arrastra tras ella a un conglomerado de gentes un tanto heterogéneo, por decirlo de forma suave. La clave está en su manifiesto fundacional y en dos personajes esenciales que han modelado su ideario político (Fernando Savater), y su teatral puesta en escena (Albert Boadella). Conste que me parece comprensible la actitud de ambos, sobre todo la del primero, testigo como ha sido de que la deriva ultranacionalista genera una violencia dramática e innecesaria. Del segundo sólo me cabe decir que su trayectoria se ha guiado exclusivamente por un revanchismo político muy bien trajinado y amparado por su indudable talento histriónico.

Sin embargo, UPyD, y Rosa Díez al frente, omiten sistemáticamente que su antinacionalismo catalán no es más que el fiel reflejo de un ultranacionalismo español que no se palpa en su manifiesto fundacional, pero sí en su militancia, en su discurso y en sus actitudes. Como siempre, al nacionalismo no  le oponen su opuesto natural, que sería el internacionalismo, sino otro nacionalismo de igual cuño y signo negativo, como es el nacionalismo español. Rabiosamente centralista por más señas.

Rosa Díez habla de Cataluña sin conocimiento de causa ninguno, lo que me lleva a pensar que únicamente se guía por la opinión de Boadella y no por su propia experiencia Lo cual es muy significativo, a la par que triste, porque Boadella puede ser muchas cosas, pero desde luego jamás será tildado de persona ecuánime y objetiva. El transfiere su experiencia personal de gran demiurgo enfrentado en su momento al rey Ubú y a determinada cúpula de CiU a la totalidad de la ciudadanía catalana, a la que paternalmente trata de imbécil. Y tal vez lo somos, los pobres ciudadanos de a pie, pero no hasta el extremo de vivir en una dictadura catalanocanallesca sin habernos dado cuenta siquiera de lo mal que lo pasa la gente por aquí, por lo visto. Boadella está más cerca de la divinidad que yo, por descontado, pero sólo en sus dalinianos delirios.

Aquí no hay hostias, ni tiros en la nuca, ni secuestros, ni impuestos revolucioanrios, ni se apalea a los castellanos, ni se les excluye de los foros participativos, ni se silencia su voz, ni nada por el estilo. Esto no es Euskadi en los años ochenta (va por el señor Savater), ni escenificamos a diario la noche de los cristales rotos del Reich alemán en 1938 (va por el señor Boadella). Aquí no hablamos de imperio, ni de cercenar libertades costosamente adquiridas de nadie. Aquí hablamos de preservar lo nuestro, y de si tal vez -sólo tal vez- cabría preguntarnos si tenemos derecho a decidir si preservar lo específicamente nuestro requiere separarnos de España. Hay que vivir la vida en vivo y en directo, y luego opinar con conocimiento de causa habiendo tomado testimonio de cientos, miles de personas de toda condición, señora Díez. No tiene usted ni idea de lo que habla.

De lo que si sabe nuestra Rosita 10 es de estratagemas políticas. Un partido que se define como progresista pero totalmente centralista y furibundamente antinacionalista ocupa un nicho electoral muy específico, encajonado entre el PP y el PSOE, y nunca podrá aspirar a gobernar como partido mayoritario, sobre todo  si no tiene una base electoral fuerte en la segunda comunidad autónoma del país, es decir en Cataluña. Por supuesto que la estrategia de UPyD no es la de gobernar, pues ellos saben que con un discurso tan radical jamás ganarán unas elecciones, sino que asprian a convertirse a lo sumo en el eje de una bisagra. En árbitro de determinados resultados electorales, que pasan por imponer parte de su criterio al partido que deba encabezar gobierno.

La ecuación es muy sencilla: bajo la bandera de un presunto progresismo, UPyD encabeza la reacción antinacionalista española, para lo cual sólo debe tener más peso específico en el Congreso de los Diputados que el conjunto de las fuerzas nacionalistas vascas, catalanas y gallegas. El PP y el PSOE están atados de manos en ese sentido, porque exhibir el furor anticatalán que manifiesta UPyD en cada proclama es demasiado arriesgado, ya que hay buena parte de su votantes por estos lares que podrían llegar a sentirse ofendidos si adoptaran esta línea de actuación, como bien sabe el señor Vidal Quadras, cuyo excesiva fogosidad anticatalanista le costó el exilio -dorado- de entre las huestes populares.

Para UPyD es fácil: su presencia en Cataluña es testimonial, y así puede atizarnos de lo lindo sin menoscabar lo más mínimo su base electoral. Aquí UPyD tiene un problema llamado Ciutadans. Un partido que es lo que es por la brillantez de su líder indiscutible, Albert Rivera, pero que en ausencia de éste pierde muchos enteros y casi toda su credibilidad. Un partido que aspira en Cataluña a jugar el papel que juega UPyD en el resto de España, y que por eso se ha convertido en el principal obstáculo para el discurso de Rosa Díez por estos pagos. Ambos partidos desconfían el uno del otro y por eso no comparten plataforma electoral conjunta. Y ambos partidos saben que Rosa y Albert no caben juntos en el mismo escenario.

Sin embargo, Ciutadans, dentro de un mismo discurso antinacionalista, tiene una visión mucho menos sesgada de la realidad catalana. Hasta el neofacha Cañas sabe positivamente que puede pasear por Barcelona tranquilamente renegando por cada rótulo que vea en catalán y que nadie le hará un reproche si no pronuncia ni una sola palabra en nuestro idioma materno desde el Tibidabo hasta el Port Vell. Y eso se nota en la medida templanza del discurso de "todos juntos es mejor" que posiciona a Ciutadans como una alternativa mucho menos histérica y paranoide que UPyD.

En resumen, no digo nada que cualquiera medianamente observador y con cierto espíritu crítico no haya visto ya en nuestro nuevo portento de la política española. Siguiendo la tradición de un perfecto lerrouxismo puesto al día, Rosa Díez consigue exaltar los ánimos de sus votantes, pero también los de que quienes, como yo, nos indignamos por el trato que dispensa a Cataluña y a los catalanes, bajo el infame pretexto de que los políticos de aquí son una banda de engañabobos "dueños cuasi-feudales de cada región que hacen y deshacen en su territorio halagando el narcisismo localista" (intuyo aquí la mano de Fernando Savater) como dice el manifiesto fundacional de UPyD, rebajando a los ciudadanos al papel de perfectos idiotas que no saben lo que son ni lo que quieren.

UPyD es un cáncer pequeño pero muy agresivo que aspira a crecer a costa de su tejido político circundante (el conglomerado central PPSOE) y luego metastatizar en toda la península. Espero que los oncólogos hagan su trabajo porque en caso contrario, iremos a peor. Sin duda alguna.



No hay comentarios:

Publicar un comentario