martes, 17 de septiembre de 2013

Independencia económica de Cataluña

Como cada 11 de septiembre en los últimos años, se han disparado las alarmas en los medios centrales y centralistas a cuenta de una posible independencia de Cataluña. También como siempre, se intenta jugar la baza del miedo a las consecuencias económicas de semejante posibilidad, especialmente respecto a la presunta caída de Cataluña en una especie de pobreza albanesa, consecuencia directa de su expulsión del "paraíso terrenal" de la Unión Europea.

He tenido que soportar muchos argumentos tan falaces y estúpidos que no merecen la pena ser discutidos. Son simplemente bazas del miedo, para acongojar a los posibles votantes dubitativos, pero que carecen de la más mínima verosimilitud. En el mejor de los casos, la mayoría de los escenarios catastróficos dibujados no son mas que pseudociencia adivinatoria, que como todos sabemos, y por lo que respecta a la economía, es lo más parecido a la magia del hechicero de la tribu.

Sin embargo, hay un argumento que me ha aportado el hijo de un buen amigo mío, en el que el se plantea un escenario que, por corrosivo, no me ha dejado indiferente, ya que se traduce en una mano de triunfo a favor de la independencia catalana. Para más inri, añadiré, antes de entrar en detalle, que se trata de un economista ampliamente formado en ESADE, para que luego digan que este tipo de instituciones sólo juegan a  favor del centralismo españolista.

La cuestión reside en si la exclusión de una Cataluña independiente de la Unión Europea sería en realidad la catástrofe que pregonan las aves de mal agüero mesetarias (y también algunas de por aquí). Dejando aparte el hecho de si la pertenencia a la UE representa actualmente más una carga que un soporte de la economía catalana, lo cual es ampliamente debatible y que dejo a los tertulianos de turno de la caverna mediática (que de algo tienen que vivir), hay una cuestión que nadie, absolutamente nadie, ha planteado públicamente, y que sería una poderosa arma en el arsenal catalán.

El escenario es bien sencillo, y toma como base otros países europeos que no forman parte de la Unión, entre otros, Andorra y Suiza. Como todo el mundo sabe, Andorra  no tiene moneda propia, sino que utiliza el euro para todas sus transacciones comerciales y financieras. Esto es, la salida de Cataluña no implicaría en ningún caso la necesidad de volver a la peseta o de crear una moneda propia, porque podría adaptarse el euro como patrón de referencia. La primera en la frente.

La segunda va directa al hígado. Cualquier país europeo no integrado en la Unión puede decidir su propia política fiscal y financiera. Nada impediría, pues, que una Cataluña independiente adoptara una política fiscal semejante a la Suiza; es decir, con importantes incentivos fiscales a las empresas (subvenciones a su implantación en territorio catalán, reducciones sustanciales del impuesto de sociedades). Y por lo que respecta a la política financiera, sin necesidad de caer en la trampa de convertirse en un paraíso fiscal, sí podría optarse por una legislación favorecedora de la entrada de capitales, con supresión de la fiscalidad al capital extranjero (especialmente a las grandes fortunas), admisión del secreto bancario y otras herramientas de captación financiera que usan no sólo el gobierno suizo, sino también otros como Gibraltar, Lichtenstein o incluso Luxemburgo.

En resumen, que ante la amenaza de exclusión de la Unión Europea, Cataluña podría optar muy bien por convertirse en la Suiza del Mediterráneo, o en un Gibraltar multiplicado a la enésima potencia, con el considerable incremento de ingresos de capital que ello representaría, y sin que ningún estado pudiera, de acuerdo con el derecho internacional, privarla de su capacidad soberana para actuar conforme a su propia legislación, siempre que no se cayera en la consideración de paraíso fiscal totalmente opaco. Y aún así, a la sumo habría que darle a Cataluña el mismo trato que a los demás países que he citado anteriormente. Sin comentarios, sobre todo por lo que respecta a un caso muy cercano, como es el de Gibraltar, donde capitales de todo el orbe circulan con total impunidad.

Resulta extraño que ante tanto ataque y contraataque economicista, esta cuestión fundamental, la de convertir a una Cataluña expulsada de la Unión en una Suiza del sur, no haya trascendido todavía en los medios de comunicación. Si gentes formadas en prestigiosas escuelas de negocios ya han dibujado un escenario semejante, debemos preguntarnos porqué no sale a la luz. Y para todos aquellos catalanes dubitativos ante la tesitura de la independencia, sería conveniente que aflorara esta posibilidad  en las redes sociales y se debatiera públicamente cuanto antes mejor. 

Vaya aquí mi granito de arena.

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