Esta semana el PP nos depara tres
personajes en busca de autor, parafraseando la célebre obra de Pirandello, sólo
que los del genial autor italiano provocaban la risa del público, mientras que
los de esta semana provocan la rabia, la tristeza y la repulsa, sobre todo. Son
tres personajes que demuestran que el PP está más ceca del fascismo irredento
de lo que nos quieren hacer creer sus dirigentes con sus cabriolas
pseudoliberales.
Así que tenemos al alcalde de
Baralla, que sin cortarse un pelo el muy hideputa, asevera en un pleno que los
muertos del franquismo “se lo debían merecer”, lo cual pone de manifiesto el
linaje democrático y respetuoso con la vida humana tan característico de muchos
peperos de pro, que lo mismo estrechan la mano a su excelencia Rajoy que le
darían matarile con la otra a cualquier adversario rojo, masón y separatista.
Que sí, que para españoles bien
calzados tenemos a los cuadros populares, hombre, que para eso se fotografían
con banderas nazis de fondo y amiguetes brazo en alto, para luego decir que no
se habían dado cuenta porque todo sucedía a su espalda. Uy, qué
despiste más infortunado, como le sucedió al concejal de deportes de Xàtiva,
que debe unir eso del deporte a la Formación
del Espíritu Nacional, de tan entrañable recuerdo.
Y ya la guinda, a nivel
internacional, nos la da el señor Carroñero, perdón, Carromero, que de repente
se descuelga con unas declaraciones infamantes acusando al gobierno cubano de
haber asesinado a Oswaldo Payà. Claaaaro, claro, y por eso le dejaron a él con
vida, un derechista contumaz, para que pudiera ir explicándolo a voz en grito. Ah, y también por eso
accedieron a que cumpliera pena en España, para que pudiera cantar como una calandria. Y es que los cubanos, además de rojos y masones, son gilipollas,
porque no se les puede aplicar aquello de separatistas. No te digo…..
En resumen, fuerte y raso: el PP
tiene una gentuza en sus filas que más que repelús, dan miedo. Porque son
aquellos para los que siempre ha valido todo, porque son los que desfiguran
completamente el talante de una formación política que, por lo demás, cuenta
con notables demócratas en sus filas, pero que no se atreve a apartarse
definitivamente del ala ultra porque eso le restaría una más que considerable
cantidad de votos.
Como siempre viene a acabar diciendo Arturo Pérez-Reverte en sus artículos –que
deberían ser de estudio obligatorio ya desde la escuela secundaria- ésta
Ispahan es un hermoso país poblado por gentes en general detestables y
gobernado por la más detestable de todas las chusmas que haya parido madre. Y
encima el PP, que para eso tiene que ser como el primo de Zumosol de la
política, incorpora a sus filas a toda una serie de fachas bravucones que luego
lo resuelven todo pidiendo disculpas farisaicas con una sonrisa zorruna.
Y es que el problema del PP es
que un porcentaje importante de su musculatura la han conseguido con
anabolizantes muy tóxicos y que se infiltran en el democrático cuerpo político
del estado de derecho. Y ahora se encuentra con que, en horas cada vez más
bajas, no puede prescindir de chutarse cada día unas buenas dosis de demagogia
hipernacionalista, hiperderechista e hiperantidemocrática. Lo malo es que de
tanto hiperdopaje político, se le
están dibujando al corpus popularis
las formas de la esvástica y del yugo y las flechas por toda su geografía
corporal, sin las cuales se queda fofo, sin tono y sin resuello. Un PP conservador pero
exquisitamente democrático no sería el PP, y lo que es peor, perdería un
nutrido grupo de militantes y seguidores. Sería como la audiencia de Intereconomía sin tertulianos soeces: menudo bajón.
Concluyo hoy con fragmentos del
magnífico artículo que publicó Suso de
Toro en “Eldiario.es” el pasado
23 de julio, con el título de “Los demás
somos botín de guerra”. Como casi todos sus escritos, resulta aleccionador
de cuanto he escrito antes, y mucho mejor escrito:
La falta de
vergüenza de esta derecha española a algunos nos resulta obscena,
pero no a ellos evidentemente. Muchos sentimos vergüenza ajena pero ellos
ninguna. (…..)
Me pregunto de donde viene esa falta de
vergüenza, cuál es su origen, y creo que se trata de algo muy simple y evidente
aunque todos estos años pasados hemos preferido no verlo: ganaron la guerra, el
estado es suyo y nosotros somos su botín. Parece exagerado y difícil de creer
pero con el franquismo y su continuidad sucede lo que se le atribuye al diablo,
su mejor truco es hacer creer que no existe.
Las guerras se
hacen para algo, para liquidar al adversario y quedarse con lo que tiene,
el botín. Una parte del botín son las personas, unas trabajarán como esclavas y
otras, singularmente los niños, serán educados ya en el culto a la nueva
patria.
(……..)
El derecho de
conquista y el botín son la clave de nuestras vidas. Los papeles
robados a los catalanes por los fascistas y custodiados en el archivo de
Salamanca no debían ser devueltos a sus dueños pues eran botín por “derecho de
conquista”, esto lo decía desde un balcón salmantino, probablemente del
ayuntamiento, un buen y conocido escritor hace pocos años. En la calentura de
la movilización nacionalista local aquel intelectual verbalizó lo que no debía,
lo que debe de permanecer velado para que pueda actuar, dijo la verdad oculta:
aquí hubo una guerra y tuvo consecuencias, y esas consecuencias no
desaparecieron mágicamente con la mágica Transición, lo que hizo ésta fue
velarlas y pedirnos a todos que confiásemos en que nuestros deseos se harían
realidad.
Si queremos
podemos creer que es por casualidad y que no tiene consecuencias el que los
dirigentes del PP hayan sido todos, desde su fundador, descendientes de
familias con cargos y prebendas durante el fascismo pero eso sólo demuestra una
buena voluntad mal entendida por nuestra parte.
Los
franquistas son una casta. Rajoy es lo contrario de lo que dice ser y cuando dice
que tardó en entrar en política se refiere a lo contrario: en vida de Franco él
era un joven franquista y como tantos siguió la indicación que el general
explicitó a los suyos, “haga como yo, no se meta en política”. Y sólo
entró en política cuando murió Franco y hubo que posicionarse en el nuevo
juego. Él lo hizo en un grupúsculo, Unión Nacional Española, dirigido por
Gonzalo Fernández de la Mora, un curioso intelectual reaccionario exministro
franquista y totalmente leal al Régimen; naturalmente era contrario a la
Constitución que se pactó y, lógicamente, absolutamente contrario a la
recuperación del estatuto de autonomía de Galicia.
Rajoy se
incorporó posteriormente al partido de Manuel Fraga Iribarne, AP, y siendo un
señor adulto, habiendo ocupado cargos públicos y ocupando la presidencia de la
diputación provincial de Pontevedra publicó dos artículos en la prensa viguesa
explicando su ideario. Para ello glosó un libro de un periodista fascista, Luis
Moure Mariño. Moure Mariño participó en los primeros días del golpe en el 36 y
entró en la corte de intelectuales de la corte de los generales nacionalistas
en Burgos a las órdenes de Dionisio Ridruejo con funciones de propaganda. En su
libro argumentaba que la desigualdades sociales respondían a una necesidad humana
impuesta por la genética y que Rajoy defendía y resumía en la constatación de
que “los hijos de “buena estirpe” superaban a los demás”. El clasismo
argumentado desde el racismo.
(…………)
El Estado,
este Estado, es suyo, de los de "la estirpe" y por eso ni
se molestan en disimularlo. Ellos no creen tener cara dura, simplemente
disponen de lo que creen que es suyo y por eso, tras décadas de dimes y
diretes, es evidente que patrimonializaron el estado: el estado español es suyo
porque ellos son España. Cómo no va a ser suyo el Tribunal Constitucional para
ponerle al frente a quien ellos quieran. Y ahora nos vamos a los toros a fumar
un puro.
(……….)
Veremos como
acaba todo, pero acaba. Ganaron la guerra, la posguerra y la democracia salida
de la Transición. Consiguieron la hegemonía de sus ideas fundamentales entre la
población (“la unidad de la patria”, “¡soy español, español, español!”) y nos
entretuvieron a todos hipnotizados por un juego de trileros: lo privado
funciona mejor que lo público, hay que concentrar las entidades financieras en
unas pocas, hay que privatizar porque si no no dan las cuentas, hay que hacerse
seguros privados porque el futuro aguarda, Rajoy era menos malo que Aznar; Wert
o Gallardón eran “liberales y modernos”...
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